miércoles, 31 de octubre de 2012

La poesía de 3ª


Caperucita Roja



…..............................

…...............................



Caparucita va por el …...................

de repente aparece ….........................

Contame...........................................vas?

A mi abuela le llevo................ y unas ….................



Pensando el lobo en comer...................................

y por qué no una …...................................

le señaló con el dedo ….................................

y él se fue ….........…..........................



Al llegar a la casa ..............................................

y esperando a Caperucita ….............................

Muy pronto llegó...........................................

el lobo le dijo – ven aquí a …........................



La niña pensando que …............................

salió a buscar al...................................

el hombre.............................................

sacó a la abuela...............................................








domingo, 23 de septiembre de 2012

Caperucita Roja - 3º A


de Gabriela Mistral
Caperucita Roja visitará a la abuela 
que en el poblado próximo sufre de extraño mal. 
Caperucita Roja, la de los rizos rubios, 
tiene el corazoncito tierno como un panal. 

A las primeras luces ya se ha puesto en camino 
y va cruzando el bosque con un pasito audaz. 
Sale al paso Maese Lobo, de ojos diabólicos. 
«Caperucita Roja, cuéntame adónde vas». 

Caperucita es cándida como los lirios blancos. 
«Abuelita ha enfermado. Le llevo aquí un pastel 
y un pucherito suave, que se derrama en juego. 
¿Sabes del pueblo próximo? Vive en la entrada de él». 

Y ahora, por el bosque discurriendo encantada, 
recoge bayas rojas, corta ramas en flor, 
y se enamora de unas mariposas pintadas 
que la hacen olvidarse del viaje del Traidor... 

El Lobo fabuloso de blanqueados dientes, 
ha pasado ya el bosque, el molino, el alcor, 
y golpea en la plácida puerta de la abuelita, 
que le abre. (A la niña ha anunciado el Traidor.) 

Ha tres días la bestia no sabe de bocado. 
¡Pobre abuelita inválida, quién la va a defender! 
... Se la comió riendo toda y pausadamente 
y se puso en seguida sus ropas de mujer. 

Tocan dedos menudos a la entornada puerta. 
De la arrugada cama dice el Lobo: «¿Quién va?» 
La voz es ronca. «Pero la abuelita está enferma» 
la niña ingenua explica. «De parte de mamá». 

Caperucita ha entrado, olorosa de bayas. 
Le tiemblan en la mano gajos de salvia en flor. 
«Deja los pastelitos; ven a entibiarme el lecho». 
Caperucita cede al reclamo de amor. 

De entre la cofia salen las orejas monstruosas. 
«¿Por qué tan largas?», dice la niña con candor. 
Y el velludo engañoso, abrazado a la niña: 
«¿Para qué son tan largas? Para oírte mejor». 

El cuerpecito tierno le dilata los ojos. 
El terror en la niña los dilata también. 
«Abuelita, decidme: ¿por qué esos grandes ojos?» 
«Corazoncito mío, para mirarte bien...» 

Y el viejo Lobo ríe, y entre la boca negra 
tienen los dientes blancos un terrible fulgor. 
«Abuelita, decidme: ¿por qué esos grandes dientes?» 
«Corazoncito, para devorarte mejor...» 

Ha arrollado la bestia, bajo sus pelos ásperos, 
el cuerpecito trémulo, suave como un vellón; 
y ha molido las carnes, y ha molido los huesos, 
y ha exprimido como una cereza el corazón...

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha - 7º A


Versión Biblioteca Turno Mañana

Narrador 1: -
Queridos chicos y grandes,
tengan uds. muy buenas tardes.
Hoy le vamos a presentar
la historia de un hidalgo de los de lanza en mano, armadura antigua, rocín flaco y galgo corredor.
Andaba por los cincuenta nuestro enjuto amigo Quijana.
(APARECE DON QUIJOTE CON UN LIBRO)
Aunque de condición no abundante
tenía en su casa un ama de llaves, una joven sobrina y un mozo de campo
para los quehaceres de su hacienda.
Han de saber que este hidalgo en sus ratos de ocio,
que eran los más del año,
se daba a leer libros de caballerías con tanta afición,
(COMIENZA A TRAER MAS LIBROS, LOS LEE)
que olvidó por completo su gusto por la caza y también de administrar su hacienda.
Se enfrascó tanto y tanto en su lectura,
que se le pasaban las noches leyendo… y también los días;
y así, del poco dormir y del mucho leer,
se le secó el celebro,
de manera que vino a perder el juicio.
Rematada ya su mente,
(SE TOCA LA CABEZA, SE LEVANTA CONTENTO)
dio en tener el más extraño pensamiento que jamás vio loco en el mundo.
Y fue que le pareció conveniente y necesario,
Tanto para el aumento de su honra como para el servicio de su república,
el hacerse caballero andante, e irse por todo el mundo con sus armas y caballo
(CAMINA HACIA UN LADO BUSCANDO ALGO)
a buscar aventuras y a salvar injusticias.
En fin,
a poner en práctica todo aquello que él había leído
y que ya hacía dos siglos nadie ejercitaba.
(COMIENZA A LIMPIAR EL ESCUDO, LUEGO LA LANZA, HACE QUE ARREGLA EL CASCO)
Limpió y acondicionó una vieja armadura de sus bisabuelos,
empleó su oficio en armar muy diligentemente un curioso casco de caballero,
medio casco de arcabucero unido a la armadura con cartones y hierros.
Luego,
(BUSCA EL CABALLO Y HACE QUE LE HABLA)
llamó Rocinante a su caballo,
porque rocín había sido antes.
Don Quijote de la Mancha es el nombre que eligió para sí,
y dio en cambiar el nombre de doña Aldonza Lorenzo,
(APARECE DULCINEA, lo rodea MOVIENDO una cinta, QUIJOTE COMO EN UN SUEÑO)
una moza agricultora vecina, de la que él había andado enamorado ya hace un tiempo,
por el de Dulcinea del Toboso
más apropiado y sonoro para ésta,
la señora de sus sueños.
(DULCINEA Y QUIJOTE SALEN DE ESCENA)

C.2 Que trata de la primer salida que de su tierra hizo don Quijote
Narrador 2:
Hechas todas las prevenciones,
(APARECE QUIJOTE, trota lentamente con su caballo)
una de las mañanas calurosas de julio,
Don Quijote principió en dar camino a su deseo.
Más apenas se vio en el campo,
(SE PARA BRUSCAMENTE)
se le vino a la mente que
¡no había sido armado caballero!
Aquietó su mente cuando se le ocurrió la idea
(SE TOCA LA CABEZA PREOCUPADO, LUEGO SIGUE TROTANDO FELIZ)
de cumplir la ley de caballería con el primero que se topase.
Y enfiló el loco por el camino que le diera la aventura,
que no era otra que la que su rocín quería.
A medida que cabalgaba iba desvariando,
un poco por el calor (SE SECA EL SUDOR DE LA FRENTE)
un poco por enfermo su juicio
y, hablando consigo mismo decía:
Don Quijote: -¡Dichosa edad y siglo éste! que podrá ver las famosas hazañas mías, dignas de tallarse en bronce, esculpirse en mármoles y pintarse en tablas! (mirando el cielo). ¡Oh, tú cronista encantador, al cantar mis aventuras no te olvides de mi buen Rocinante!
Don Quijote: -(mirando a una figura imaginaria, como si fuera un enamorado) ¡Oh, princesa Dulcinea, señora de mi cautivo corazón! Mucho agravio me habéis hecho al despedirme reprochándome esta despedida.
(SIGUE TROTANDO, DIVISA dos mozas que están a la puerta de la venta, al verlo DICEN)
Mozas: -¡Huyamos!, ¡qué armaduras lleva este hombre!
Quijote: (Tratando de  ALZAR la visera de papel) – ¡No huyan vuestras mercedes, no teman problema alguno! La orden de caballería que yo profeso me impide hacerle daño alguno, y ¡menos a tan graciosas damas!
Mozas: - Ja! Ja!, miren como habla.
(Don Quijote se enoja, GOLPEANDO el suelo con la lanza. ENTRA EL VENTERO)
Ventero: - Si vuestra merced, señor caballero, busca posada, salvo una buena cama, todo lo demás hallará aquí en abundancia.
Quijote:( Acepta con un ademán) -Cuidad de este rocín, que es uno de los mejores que este mundo pisó. (el ventero mira el caballo como investigándolo, lo LLEVA a la caballeriza; al mismo tiempo las mozas LLEVAN a Quijote hacia una mesa, lo hacen sentar para TRATAR de quitarle la armadura,  NO PUEDEN, SE RÍEN. Cuando llegan al casco…)
Quijote:- No, la celada no!, gentiles damas.
(Una moza le DA DE COMER en la boca con el casco puesto,  lo mismo hace otra moza pewro con un botella de vino).
Quijote: -(se levanta) Nunca fuera señor tan bien atendido, más lo que más me fatiga es que todavía no soy caballero de caballería. (se queda pensativo).

C. 3. Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo don Quijote en armarse caballero
Narrador 3:
(Quijote hace lo que el relator comenta)
Abatiéndose cada vez más de no haber sido nombrado caballero,
decidió llevarse al ventero a la caballería
e hincándose a sus pies le pidió: )
Quijote: -No me levantaré jamás de donde estoy, valeroso caballero, si mañana no me habéis de armar caballero. Si mañana me otorgas el don que te pido, entonces esta noche velaré mis armas en la capilla de este castillo. Y, se cumplirá lo que tanto deseo, el poder como se debe, ir por todas las partes del mundo buscando aventuras y deshaciendo necesidades como buen caballero andante.
Ventero:- (ASIENTE con un gesto y se sonríe) ¿Trae, muy señor mío, dinero? Porque mañana cuando se hagan las debidas ceremonias y yo lo nombre caballero, es menester tener dinero para las providencias necesarias que el camino depare.
Quijote:- Entiendo y prometo mañana seguir tu consejo. Pero ahora dejadme, que debo velar mis armas, como corresponde a un caballero.
(QUIJOTE JUNTA sus armas en un rincón de la caballeriza, CAMINA alrededor cuidándolas… mirando para todos lados)
(al mismo tiempo, el ventero DIRIGIENDOSE AL PUBLICO)
Ventero: -No saben el loco que tengo en el patio, está cuidando sus armas a la espera que le haga caballero! (SALE)
(ENTRA un arriero con un balde para darles agua a los caballos. Quijote se pone en guardia y se dirige hacia él. ENTRA OTRO, dice, mientras Quijote se da vuelta)
Arriero:- ya le diste agua a los caba…..(QUIJOTE con miedo de perder sus armas le DA UN GOLPE. El arriero CAE. QUIJOTE se dirige A PELEAR con el otro GRITANDO. También GRITA el arriero. ENTRA el ventero con las mozas)
(LOS RELATORES LE TIRAN PIEDRAS = BOLITAS DE PAPEL A QUIJOTE)
(Quijote GRITANDO les dice…)
Quijote:- Alevosos! Traidores! (dirigiéndose al ventero) Follón! Caballero mal nacido!
(El ventero con cara de susto, lo TOMA DEL HOMBRO, lo LLEVA a otro lado).
Ventero: - Noble caballero, disculpad la insolencia de esta baja gente.
También te digo querido hidalgo, que aquí no hay capilla para nombrarte caballero. Pero, por lo que yo se el ceremonial de la pescozada y del espaldarazo se puede hacer en cualquier lugar del campo. Y,  como también ya honraste el suficiente tiempo a tus armas, se puede proceder cuanto antes a cumplir con tu pedido.
Don Quijote: -(creyéndose todo, SONRIENDO) Estoy pronto a obedecerte, termina todo cuanto antes, porque si soy otra vez acometido y siendo caballero, ¡no pienso dejar persona viva en el castillo!, excepto la que tú pidas que viva.
(Salen todos de la caballeriza, menos los arrieros. El ventero CORRE y TRAE un libro que las mozas le dan. Éstas, se sitúan al lado de  Quijote. El ventero lo hace ARRODILLAR)
Ventero: - (simulando una oración con el libro-BIBLIA en la mano, y dándole un gentil golpe en la espalda con la espada,) Bendigo esta lanza y te nombro caballero.
(el ventero le hace seña a una de las moza que CIÑA la espada a don Quijote)
Moza: - (con mucho cuidado y HACIÉNDOSE LA SEÑORA) -Que Dios lo haga venturoso caballero y le de ventura en sus batallas.
Quijote:- Como os llamáis honrosa dama? Quiero saber tu nombre para rendirte honores con una de mis batallas.
Moza: Tolosa me llamo, gentil caballero.
Quijote: Tenga vuestra merced en llamarse doña Tolosa de aquí en adelante.
Moza: -Como usted ordene, caballero.
Quijote: - (DIRIGIENDOSE a la otra moza) Y usted cómo se llama?
Moza 2: Doña Molinera, señor.
Quijote: -De ahora en adelante ha de llamarse usted doña Molinera. (SE DIRIGE al ventero) Ahora pronto me preparo en busca de mi destino, no sin antes agradecerle el servicio de haberme armado caballero
(El ventero lo SALUDA CON UNA REVERENCIA, señalándole el camino. Salen todos riendo.)

De lo que sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta
Narrador 4 -
Habiendo alcanzado su deseo
salió de la venta con gozo,
pero acordándose de los consejos de quien lo había hecho caballero
decidió volver a su casa en busca de dinero,
y otra cosa importante,
como era el de encontrar, un escudero.
Pensó en un labrador vecino suyo
muy a propósito para este oficio, un tal Sancho Panza.
Querido público,
sepan, que en el camino de regreso a su aldea,
don Quijote tuvo ocasión de mostrar su coraje en diversos sucesos.
de todos salió maltrecho.
Cuando llegó a su casa
llegó tan cansado el pobre
que dos días se la pasó durmiendo,
sin sospechar siquiera que no le quedaba ni un libro
de esos de caballería.
A todos lo habían quemado su sobrina y ama,
echándole la culpa a un tal Muñatón
cuando Don Quijote quiso saber qué pasó con ellos.
El caso es que don Quijote
estuvo quince días en casa muy tranquilo.
En ese tiempo solicitó al labrador vecino suyo
(APARECEN QUIJOTE Y PANZA, HABLAN ENTRE ELLOS)
el venirse con él en busca de aventuras.
Tanto le insistió y tanto le prometió...
Quijote: -Si tu me acompañas en mis venturas, mi querido Sancho Panza, yo te prometo el gobierno de alguna isla. (PANZA ASIENTE con un gesto)
Narrador4: -
Accediendo Panza,
una noche sin despedirse de sus hijos y mujer,
ni tampoco don Quijote de su ama y sobrina,
(SALEN QUIJOTE Y SANCHO, TROTANDO despacito por el campo)
partieron del lugar sin que nadie los viese.
Y encaminándose por el campo de Montiel,
el mismo camino del primer viaje del enjuto caballero,
dijo Sancho a su amo
Sancho Panza: -Mire vuestra merced, señor caballero andante, no se le olvide de la isla que puedo yo gobernar por muy grande que sea (SIGUEN TROTANDO).
Relator 4: -
Y así siguieron camino,
el uno en un rocín encorvado
y el otro en un burro de carga.

Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás inigualada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación.
Narrador 5- (TROTANDO AMBOS, del capítulo anterior)
En esto,
descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo;
y, así como don Quijote los vio,
dijo a su escudero:
Quijote: –La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que deseamos, amigo Sancho Panza
¿no ves allí algo más de treinta desaforados gigantes? (SEÑALA los molinos)
Pienso darles batalla y quitarles la vida a todos. Será un gran servicio quitar tan mala simiente de la faz de la tierra. (LEVANTA LA LANZA y se apresta a correr hacia ellos)
Sancho Panza: – ¿Qué gigantes?
Quijote: –Aquellos que allí ves, de brazos largos (SEÑALA) ¡de esos que suelen tener algunos de casi dos leguas!
Sancho: -Mire vuestra merced, que aquellos no son gigantes sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas por el viento, hacen andar la piedra del molino.
Quijote: – ¡Son gigantes Sancho! ; y si tienes miedo, quítate de ahí (LO CORRE A UN LADO), y ponte a rezar que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
(QUIJOTE SE LANZA A LA LUCHA apuntando con su lanza y GRITANDO)
Quijote: –No huyáis cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os arremete (LO DICE GRITANDO).
(Se levantó en esto un poco de viento y las grandes aspas comenzaron a moverse, “ALGUIEN MUEVE LAS ASPAS”, QUIJOTE RODEA EL MOLINO VARIAS VECES, COMO TOMANDO DISTANCIA O MIDIENDO)
Quijote: –Pues, aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar. (APARECE DULCINEA. SE PARA, LE HABLA A DULCINEA. HACE GESTO DE SALUDO, SE VA PARA ATRÁS PARA TOMAR DISTANCIA Y CORRER)
(Haciendo esto, se encomienda a Dios con gestos)
(SE CUBRE CON EL ESCUDO, APUNTA CON SU LANZA Y SALE AL GALOPE)
Narrador 5: Bien cubierto por su escudo y apuntando con su lanza,
arremetió a todo el galope embistiendo al primer molino.
(EMBISTE AL MOLINO, PERO NO LE PUEDE PEGAR)
(Al dar la lanzada en el aspa, CAE, TAMBIÉN LA LANZA. AL MISMO TIEMPO SANCHO PANZA CORRE A SOCORRERLO)
Quedando muy maltrecho después de rodar por el campo,
acudió Sancho Panza a socorrerle.
Sancho Panza: – ¡Válgame Dios! ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento?
Quijote: –Calla, amigo Sancho, que las cosas de la guerra están sujetas a continua mudanza; pienso en aquél sabio, el que me robó el aposento y los libros, ha vuelto a estos gigantes en molinos sólo para quitarme la gloria de su vencimiento. ¡Tal es la enemistad que me tiene! Te aseguro Sancho, que sus malas artes han de poder poco contra la bondad de mi espada.
Sancho Panza:- Dios lo quiera (LE AYUDA A LEVANTARSE A QUIJOTE, y a SUBIR AL CABALLO)
Quijote: (AMBOS CAMINANDO, QUIJOTE MALTRECHO) –Yo me acuerdo haber leído que un caballero español... , se le rompió la espada en una batalla.
Sancho: –Que así sea vuestra merced; pero enderécese un poco, que parece que va de medio lado, y debe de ser de la tremenda caída en la ventura de los molinos.
Quijote: –Es verdad, y si no me quejo del dolor, es porque no es dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ella.
Sancho: -En cambio si a mí me pasara, me he de quejar del más pequeño dolor que tenga. No es para los escuderos de los caballeros andantes eso del no quejarse. (QUIJOTE SE RIE. SALEN AMBOS DE ESCENA).

Que trata de la aventura que más pesadumbre dio a don Quijote de cuantas hasta entonces le habían sucedido
Narrador 6: -
Deben saber que la fama de don Quijote de la Mancha
iba siempre delante de su misma presencia,
por ello ocurrió lo que les vamos a contar,
una de las tantas aventuras del manchego caballero..
Salió una mañana don Quijote a pasear por la playa,
armado como siempre,
porque como muchas veces decía su descanso es también el pelear.(ENTRAN QUIJOTE Y SANCHO TROTANDO) Lo acompaña Sancho su escudero.
Vio venir hacía él un caballero armado(ENTRA EL CABALLERO DE LA BLANCA LUNA TROTANDO HACIA DON QUIJOTE),
de punta en blanco,
y una luna resplandeciente como insignia en su escudo.
Cuando el hidalgo se le acercó le dijo a Quijote
Caballero de la Blanca Luna: –Insigne caballero y nunca tan alabado don Quijote de la Mancha, yo soy el Caballero de la Blanca Luna, cuyas hazañas quizá ya hayan llegado a tus oídos.
Don Quijote: (mirándolo primero, muy sorprendido dijo)- Caballero de la Blanca Luna, nunca había oído hablar de tus hazañas.
Caballero de la Blanca Luna: - (mirándolo más fijamente) . Vengo a pelear contigo y a probar la fuerza de tus brazos! La razón de este propósito es confesar que mi dama, no importa quién es, es sin comparación más hermosa que tu Dulcinea del Toboso.
Quijote:- Doy por seguro que jamás habéis visto a la ilustre Dulcinea. Si la hubieras visto jamás me demandarías lo que me has pedido, porque no hay otra que la iguale en belleza
Caballero de la Blanca Luna: -Si confiesas que mi señora es más bella que la señora de tus sueños, te excusaré de morir, y a su vez me librarás del trabajo de matarte. Pero si quieres pelea y yo te venzo tendrás que dejar las armas y abstenerte de buscar aventuras. Te retirarás a tu lugar por lo menos por un año, en paz porque es lo que le conviene a tu hacienda y a la salvación de tu alma. ¡Piénsalo!, tengo todo el día para que me respondas.
Quijote: - En honor a Dulcinea acepto vuestro desafío! Aprovechemos bien el día que tenéis y elegid la parte del campo que bien te plazca. Yo haré lo mismo, y que San Pedro la bendiga.
(APARECE EL VIRREY Y DON ANTONIO)
Virrey: - (poniéndose entre ambos, ya que ambos hidalgos estaban entrando en combate) Soy el virrey de esta zona. Cuál es la causa que los mueve a tan improvisada batalla?
Caballero de la Blanca Luna: - Le he dicho al caballero, que mi dama es la más hermosa, y como don Quijote de la Mancha dice que la tal Dulcinea no se le iguala, por estas razones entraremos en combate
Virrey:- (dándose vuelta y preguntando a don Antonio) Esto es una burla que le quieren jugar a don Quijote de la Mancha? Conoce usted a este Caballero de la Luna Blanca?
Don Antonio:-No se. Y no se quién es ese caballero.
Virrey: - (perplejo y pensativo se decía a si mismo) Seguro es una burla. (dándose vuelta y dirigiéndose a los dos dispuestos a combatir) –Señores caballeros que comience la batalla.
Caballero de la Blanca Luna: - (con reverencia) Agradezco su gentil aceptación a mi pedido.
Quijote de la Mancha: (con reverencia)- Agradezco a vuestra merced su permiso. 
(mirando al cielo y luego a un costado) Me encomiendo al cielo de todo corazón, y a ti Dulcinea te ofrezco esta batalla.
(Quijote toma más distancia en el campo, el Caballero de la Blanca Luna hace lo mismo).
Relator 6: - Dando ambos rienda a sus caballos, como era más ligero el de la Blanca Luna, éste llegó primero a don Quijote. Levantó la lanza, para no herir a Quijote,  y dando tremendo empujón a Rocinante y al manchego, cayeron éstos por el suelo.
(PONIENDO la lanza sobre la visera de don Quijote)
Caballero de la Blanca Luna: –Vencido sois caballero, debes cumplir lo prometido.
Don Quijote de la Mancha: - (molido y aturdido, sin alzarse la visera, como si hablara dentro de una tumba, con voz debilitada y enferma) Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo, y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza, y quítame la vida, pues me has quitado la honra.
Caballero de la Blanca Luna: -Eso no haré yo. Que viva su entereza y la fama de la hermosura de la señora Dulcinea del Toboso. Sólo me contento con que el gran don Quijote se retire a su lugar un año, o hasta que yo mande, como concertamos antes de entrar en esta batalla.
Don Quijote de la Mancha: -Digno caballero, como no me pedís algo que manche la honra de la señora Dulcinea del Toboso, cumpliré todo que me pediste antes. ¡Como caballero que soy!
Sancho Panza (triste y apenado se acerca a su señor que no puede levantarse, tampoco su Rocinante; no sabía qué hacer. Pensaba)- ¡Pobre mi señor, rendido y mal parado! Parece un sueño, un encantamiento. ¡Por un año! Hazañas y esperanzas deshechas como se deshace el humo por el viento.
(Sancho y el Caballero de la Blanca Luna los ayudan a levantarse a ambos. Quijote toma las riendas de su caballo, saluda al virrey con una reverencia. Sale Don Quijote todo maltrecho  llevado en andas por Sancho).

Capítulo LXV. Donde se da noticia quién era el de la Blanca Luna, con la libertad de Don Gregorio, y de otros sucesos
Relator 7: -
Siguió don Antonio Moreno al Caballero de la Blanca Luna,
por orden del Virrey que quería saber quién era.
Le persiguieron también varios muchachos,
hasta que en un mesón de la ciudad, lograron desarmarlo.
(ENTRAN DON ANTONIO y EL CABALLERO DE LA BLANCA LUNA, aquél HACE SENTAR A éste)
Don Antonio, cumpliendo la orden encomendada,
lo obligó a confesar:
Caballero de la Blanca Luna: - ¿Quieres saber quién soy? Sabed, señor, que a mí me llaman el bachiller Sansón Carrasco; soy del mismo lugar de don Quijote de la Mancha. Los que le conocemos estamos muy preocupados por su locura y sus majaderías. Creo que en el estado en que se encuentra necesita reposo, en su tierra y en su casa. Por ello hace tres meses decidí salir al camino como caballero andante, llamándome el Caballero de los Espejos, con intención de pelear con él y vencerle, sin hacerle daño.
Don Antonio: –Por qué querías pelear con Don Quijote?
Caballero de la Blanca Luna: - Quería ponerle la misma condición de nuestra pelea de hoy, para que se volviese a su lugar por todo un año.
Don Antonio: – ¿Por qué un año?
Caballero de la Blanca Luna: - Creo que es el tiempo necesario para que se cure y ser curado.
La cosa es que ya lo daba por vencido. Pero la suerte lo ordenó de otra manera. ¡Porque él me venció a mí y me derribó del caballo! Así, no tuvo efecto mi pensamiento y él prosiguió su camino. Yo me volví, vencido, corrido y molido por la caída. Pero no por esto se me quitó el deseo de volver a buscarle y a vencerle, para que vuelva a su tierra. Esto es, señor, lo que pasa. Suplico no me descubras ni le digáis a don Quijote quién soy, para que tengan efecto los buenos pensamientos míos y vuelva a cobrar su juicio en cuanto deje las sandeces de la caballería.
Don Antonio: –¡Oh señor, Dios te perdone el agravio que habéis hecho a todo el mundo, en querer volver cuerdo al más gracioso loco que hay en él!
¿No veis, señor, que nunca se podrá igualar el gusto que da con sus desvaríos el provecho que cause la cordura de don Quijote?
Callaré, pero creo que no ha de tener efecto lo que se propone.
Si no fuese por caridad, diría ¡que nunca sane don Quijote! porque con su salud, no solamente perdemos sus gracias, sino las de Sancho Panza, su escudero. (DIRIGIENDOSE AL PUBLICO)
Es que cualquiera de ellas puede volver a alegrar a la misma melancolía.
FIN